20.3.05

Don Quijote de la Mancha

Don Quijote de la Mancha

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Este al que aquí se retrata,

de barba y pelo de plata,

es Don Miguel de Cervantes,

hombre de pluma importante.

En Lepanto combatió

y una mano allí perdió.

De ahí le viene, por tanto,

lo de “manco de Lepanto”.

Por asuntos de dinero,

en la cárcel lo metieron.

Y allí a la luz de una vela,

escribió una gran novela.

Don Quijote la llamó,

y pronto fama le dio.

Nació en la Mancha este hidalgo,

dueño de caballo y galgo.

Vive con una sobrina

y un ama que le cocina.

A todas horas leía

libros de caballerías.

De leer y dormir poco,

dicen que se volvió loco.

Y quiso ser caballero,

para recorrer senderos.

Por eso buscó en cajones

y halló trastos a montones:

un escudo y una espada

y un casco con su celada.

Con rotos y raspaduras,

tuvo, por fin su armadura.

Aunque Alonso se llamaba,

él otro nombre buscaba.

Decidió ponerse un mote,

y eligió el de Don Quijote.

Una moza de una aldea

fue su dama Dulcinea.

Ensilló a un caballo viejo,

todo huesos y pellejos.

Y al caballo que eligió,

Rocinante lo llamó.

Cuando el sol amanecía,

salió de su casa un día.

Y se fue por la llanura

en busca de una aventura.

Que era un castillo creyó

una venta que allí vio.

Por la noche, junto a un pozo,

veló sus armas con gozó.

De madrugada el ventero

lo convirtió en caballero.

Va contento en rocinante,

pues ya es caballero andante.

Y ayudará al oprimido,

a viudas y desvalidos.

Quiere honrar a Dulcinea

y comienza una pelea.

Pero un mozo bruto y malo

el cuerpo le molió a palos.

Por allí acertó a pasar

un vecino del lugar.

Y al comprobar lo que pasa,

lo llevó en un asno a casa.

Ama. sobrina y el cura

le reprochan su locura.

Pero al curar sus heridas

preparó nueva salida.

Llevó consigo su lanza,

y a su lado a Sancho Panza,

Que era un pobre labrador,

bondadoso y hablador.

Busca gloria el caballero,

y el escudero, dinero.

De pronto, junto al camino,

ven unos viejos molinos.

-mira, Sancho, allí delante

unos feroces gigantes.

-¡Señor, que esos son molinos!

¡No cometáis desatinos!

Y aunque Sancho le advirtió

Don Quijote no le oyó.

Con valor y atrevimiento,

fue hacia un molino de viento.

Arremetió con su lanza

y el aspa al aire le lanza.

Don Quijote dolorido,

quedó en el suelo tendido.

También tuvo grave daño

por luchar con un rebaño.

Lucha con furia y sin tino,

contra pellejos de vino.

Y, para más emoción,

hasta se enfrentó a un león.

Otra vez en una venta,

no quiso pagar la cuenta.

Y aunque al final no pelean,

al buen Sancho lo mantean.

Unos duques, entre guiños,

los engañan como a niños.

En caballo de madera

fueron a toda carrera.

Montados en clavileño,

volaron como en un sueño.

Llevados por sus locuras,

buscan nuevas aventuras.

Si Don Quijote pelea,

piensa siempre en Dulcinea.

y Sancho piensa en Teresa,

y en vino y en buena mesa.

Pero su suerte es fatal

y todo les sale mal.

Ayuda a necesitados,

generoso y esforzado.

A presos dan libertad

y les pagan con maldad.

A cambio de sus desvelos,

terminan siempre en los suelos.

Don Quijote, cierto día,

deja la caballería.

Le van pesando los años

y también los desengaños.

Con el cuerpo magullado,

vuelve hasta el pueblo cansado.

Dice que ya no está loco,

y que se va poco a poco.

Pide un cura y testamento

y se lo dan al momento.

Se despide el caballero

de vecinos y escudero.

Y junto a sobrina y ama,

murió tranquilo en su cama.

Y aquí termina la historia

de este caballero andante,

que montado en Rocinante

alcanzó gran fama y gloria.

Texto de Carlos Reviejo

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